miércoles, 29 de agosto de 2012

La caducidad de los alimentos


La duración de los alimentos siempre ha causado confusión y debate. El control del estado de los alimentos, así como la fecha de caducidad siempre se ha cuidado en los hogares. Sin embargo, en épocas más delicadas y con los presupuestos más ajustados todo se mira y se estira al máximo.
Desde la asociación de consumidores FACUA se afirma que en estos días las personas controlan más el gasto. No solo en lo que comen, prestando más atención a la duración de los productos, sino también en lo que compran. Se afina más y se despilfarra menos. 

Los datos son claros, España tira 7,7 millones de toneladas al año de alimentos perfectamente comestibles, o lo que es lo mismo, 163Kg por persona. Este hecho puede deberse a la falta de planificación, pero también con la confusión que provoca en algunas personas la duración de los alimentos, sus fechas y etiquetas. 

Según las estadísticas, el 18% de los europeos no conoce la diferencia entre fecha de caducidad y de consumo preferente.
El Codex Alimentarius define la fecha de caducidad como la fecha en que termina el período después del cual el producto, almacenado en las condiciones indicadas, no tendrá probablemente los atributos de calidad que normalmente esperan los consumidores. Después de esta fecha, no se considerará comercializable el alimento.

Por otro lado, la fecha de consumo preferente se define como la fecha en que, bajo determinadas condiciones de almacenamiento, expira el período durante el cual el producto es totalmente comercializable y mantiene cuantas cualidades específicas se le atribuyen tácita o explícitamente. Sin embargo, después de esta fecha, el alimento puede ser todavía enteramente satisfactorio.

Aunque las dos fechas hablan de la vida útil del producto, no son precisamente lo mismo. La fecha de caducidad indica hasta cuándo el alimento es seguro para el consumo. Es un dato que afecta a la comida más perecedera (pescado, carne, lácteos, pastelería...) que suele aguantar de 2 a 30 días. Pasada esta fecha límite ni el fabricante ni las autoridades sanitarias garantizan su estado ni la salubridad. 

Otra cosa distinta son las etiquetas que llevan el texto "consumir preferentemente antes de..." o "fecha de consumo preferente". Esta etiqueta indica el momento a partir del cual el producto va perdiendo sus propiedades organolépticas: sabor, aroma y textura. Tiene menos cualidades, pero continúa siendo seguro.
Estos productos no caducan o no sufren una alteración tan grande como para ser un riesgo su consumo. A pesar de eso, en muchos hogares estos alimentos terminan en la basura. Alimentos como las conservas o los cereales de desayuno que si no se abriera el envase nunca caducarían. Por eso, muchas veces estamos rechazando alimentos perfectamente sanos y nutritivos quizás solo por ser menos atractivos a la vista o al olfato.

Algunos políticos consideran que las normas sobre la fecha de caducidad están basadas en requisitos de calidad demasiado estrictos que obligan a desechar toneladas de alimentos aún aptos para el consumo. Las empresas quieren protegerse de litigios, denuncias y la pérdida de reputación, pero no se preocupan de las consecuencias ambientales y sociales por el incremento de los residuos de alimentos debidos a unas fechas de caducidad demasiado cortas. 

Hay que tener en cuenta que los fabricantes deciden esta fecha en base al tiempo previsible durante el cual, en condiciones normales de mantenimiento, el alimento no sufrirá una modificación por actividad microbiológica que suponga un riesgo para la salud de las personas.
Comerse un alimento caducado es un riesgo porque a partir de la fecha marcada pueden proliferar en el producto agentes infecciosos.
Para obtener todos los beneficios de los productos es recomendable consumirlos dentro de la fecha de consumo establecida por ley.
Una vez pasada esta fecha límite, existe un margen de seguridad en los alimentos, pero los fabricantes advierten que no siempre es posible su consumo, ya que depende en gran medida de cómo se haya conservado el producto.
El caso de alimentos ácidos como yogures, tienen menos posibilidades de verse invadidos por elementos patógenos, como pasa con la miel, cuya concentración de azúcares hace que la actividad del agua sea muy baja.
Otros alimentos como el jamón serrano o el vino son alimentos que no caducan, pero que se vuelven rancios.
Además de las indicaciones de las fechas límites, también debe contar el sentido común, ya que diga lo que diga la fecha de caducidad, no es recomendable mantener un alimento muchos días después de haber sido abierto. Tampoco es recomendable dejarlos al aire o someterlos a calor. 

Aún así, la Comisión Europea estudia que los fabricantes incluyan en sus etiquetas dos fechas: la fecha de límite de venta y la de consumo preferente. De esta forma se conseguiría hacer un consumo responsable, de ahorrar y también de generar menos residuos.
Otras de las medidas propuestas es hacer que los comercios bajen el precio de los alimentos cuyo límite está próximo, que además ya se hace en algunos establecimientos españoles y otros países. 

Fuente: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/08/18/actualidad/1345313738_261719.html
NORMA GENERAL DEL CODEX PARA EL ETIQUETADO DE LOS ALIMENTOS PREENVASADOS

jueves, 9 de agosto de 2012

La hidratación en el deporte


Mucha gente que hace deporte tiene la costumbre de tomar algún tipo de bebida isotónica durante o después del ejercicio. En la televisión, revistas, etc., tenemos un montón de publicidad que nos advierte que debemos rehidratarnos. ¿Pero, es esto tan necesario? ¿Es tan importante tomar bebidas isotónicas cuando practicamos ejercicio?

La revista médica "British Medical Journal" desvela que la industria de las bebidas isotónicas pueden tener mucho que ver en las conclusiones sobre el efecto de estas bebidas y de muchas investigaciones científicas.
Según esta revista, la publicidad sobre los beneficios de estos refrescos para deportistas carecen de ningún aval en muchas ocasiones. Además, la propia Agencia Europea de Seguridad Alimentaria carece de métodos rigurosos para controlar que las propiedades que anuncian dichas bebidas isotónicas son reales. En algunas ocasiones, son los propios fabricantes quienes suministran los estudios que requiere la agencia.

Un dato que hay que tener en cuenta es que la industria de las bebidas para deportistas mueve al año unos 1.600 millones de dólares, por ello, la industria cada vez más está intentando inculcar a los deportistas el riesgo de la deshidratación.
Además, en algunos casos se ha podido comprobar cómo las revistas de medicina del deporte rechazan los estudios que cuestionan los beneficios de la hidratación, por lo que se puede ver que prácticamente no hay estudios negativos sobre la hidratación en el deporte.

Cuando se ha analizado los mensajes publicitarios sobre beneficios de estas bebidas, sólo un 2,7% basaban sus afirmaciones en estudios científicos rigurosos e independientes. Algunos científicos señalan que los resultados obtenidos en competición de élite no serían extrapolables a deportistas aficionados. 

Cada persona es diferente, y en cuanto a la sudoración y la deshidratación puede variar mucho de una persona a otra. Los factores que determinan la deshidratación son las condiciones ambientales, las condiciones personales (grado de entrenamiento y aclimatación), la ropa de entrenamiento y el tipo y duración del ejercicio.  
Las premisas que siempre hay que tener en cuenta cuando realicemos algún deporte o ejercicio físico es que a partir de los 45 minutos de actividad debemos hidratarnos, ya no por el rendimiento deportivo, sino por el peligro de la deshidratación.
Lo ideal sería una bebida isotónica o hipertónica, consumiendo un volumen del 150% del peso perdido durante el ejercicio en forma de sudoración. 

Fuente: 
http://nutricionysalud-enlinea.blogspot.com.es/2012/07/la-industria-no-quiere-que-los.html
Experto Universitario en Nutrición y Alimentación aplicada al al deporte. Tema 4. "La hidratación en el deportista".